A veces pienso que los que inventaron las picadoras eléctricas lo hicieron para reconocer humildemente sus propias ineptitudes.
Creo que las inventaron, no para facilitar el trabajo a millones de mujeres de todo el planeta, sino para demostrarse a sí mismos que si bien no saben picar ningún tipo de verduras, saben inventar maquinitas y motores.
Yo les doy a las picadoras eléctricas solo la importancia que tienen, es decir prácticamente ninguna. Si es por mí no tendrían que existir. No solo que no tiene nada de malo cortar la cebolla con un cuchillo, sino que hastacreo que es un acto de amor. No me quiero ni imaginar lo que siente una cebolla girando en pedacitos en medio de tanto ruido atronador. Por otra parte, estoy bastante convencida de que enmuchas parejas, en lugar de haber sido aliadas, las picadoras han sido especies de conspiradoras en contra, aun de los amores más apasionados. Cuando una se descuida son capaces de picar hasta las más tiernas ilusiones.
Yo soy un ejemplo de eso. Hace dos años me separé de una pareja que me duró ocho años. Cuando se fue y nos repartimos todas las cosas, por lo único que no tuvimos ninguna discusión fue por la picadora eléctrica que habíamos comprado en cuotas a instancias de él. Lo vi tan desesperado de irse a vivir solo que hasta me conmovió cuando vi que la envolvía con tanto cariño. Yo trataba de no pensar todo el desastre que hacía cuando se le ocurría usarla para picar las cebollas para la bolognesa.
Íntimamente estoy segura que la picadora contribuyó mucho a que se desvaneciera mi pasión. Todo eso ya lo superé y digamos que en los últimos tiempos casi no me acuerdo de él. Lo increíble es que ahora armé una nueva pareja y cuando él vino a vivir a mi casa, entre otras pertenencias “aportó” una picadora eléctrica de un modelo bastante más antiguo que la que yo tenía y que heredó de su anterior mujer.
Todo eso me hizo pensar mucho.¿Qué es lo que lleva a las hombres a sentirse tan apegados a las picadoras? ¿Qué es lo que les atrae tanto? ¿Por qué se quedan como hipnotizados mirando cómo en un segundo se tritura una zanahoria? Cuando la presentó en la mesada como si fuera “la estrella” de la cocina, entré en pánico. Tengo terror de que me vuelva a pasar lo mismo y yo vuelva a perder la pasión.
Últimamente ya no soporto verlo en la cocina procesando verduras y mirándome con una emoción que verdaderamente no percibo en él en otras situaciones más íntimas. No lo puedo evitar y me deserotizo a mil por hora.
A veces me pregunto qué estoy haciendo yo con una picadora tan impregnada de cebolla y para colmo de otra mujer. Yo no quiero que este amor tenga un final no deseado y creo que si desaparece de nuestras vidas poco a poco voy a recuperar la gran pasión que sentía por él.
Uno de estos días le voy a decir con total sinceridad: “¿sabés querido que no sé dónde fueron a parar las cuchillitas de la picadora?”.
Los hombres son tan imprevisibles que a lo mejor para él también es un alivio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario