lunes, 23 de mayo de 2011

Puede y debe rendir más

Una mirada feminista a la formación docente.

KARINA THOVE

Lo primero que se constata en “Puede y debe rendir más. Una mirada feminista sobre las políticas de Formación Docente”, de acuerdo a la presentación pública que hizo María Goñi (Cotidiano Mujer), es que existe muy poca investigación con perspectiva de género dentro del sistema educativo uruguayo. Si bien la educación sexual –muy demandada- o la perspectiva de los derechos humanos están presentes hoy en los programas de enseñanza, suele incorporarse a ellas la categoría género y “se usan de forma indistinta” como si fueran lo mismo, pero sin que forme parte de la currícula formal de los planes o en la propia formación docente.
 
Como se lee en la contratapa del libro, “para que el sistema educativo funcione efectivamente como agente de inclusión, es urgente re-trabajar las desigualdades y diferencias en el complejo entramado de género, clase, etnia, raza y encontrar las estrategias pedagógicas, con la urgencia y el dramatismo que nos exige la apuesta ética por la igualdad”. A juicio de Cotidiano Mujer, la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) del Consejo Directivo Central de la Enseñanza Nacional (Codicen) debería estar más comprometida
con el Plan de Equidad y el  monitoreo periódico al que se  somete a todas las carteras ministeriales  para  evaluar los resultados.

Para Lilián Celiberti, autora del capítulo que se encarga de analizar la relación entre género y educación –dos cenicientas dentro de las ciencias sociales que se potencian mutuamente de las políticas de género, hay que pedirle al sistema educativo “un cambio de paradigma” que incorpore la perspectiva de género, no solamente para hacer un análisis descriptivo sobre qué es ser hombre o mujer sino para desmitificar las relaciones de poder implícitas y los impactos diferenciales que traen como consecuencia. 

No alcanza con que el docente “tenga sensibilidad” frente al tema, sino que hay que darle las herramientas pedagógicas adecuadas. Para Celiberti es muy llamativo que cuando se evidencian los graves problemas deeficiencia educativa –resultados de la pruebas Pisa, índices de  deserción, fracaso o abandono del sistema- no se tome en cuenta que están implicados “casi el 70% de los varones en el  ciclo de enseñanza media” y en consecuencia eso amerite una lectura de género.

La profesión docente La doctora María Ester Mancebo aborda las políticas de profesionalización docente vigentes recordando que “el 80% de los docentes en Uruguay son mujeres”, una profesión históricamente feminizada con todo lo que eso significa (rol tradicional, desvalorización, mal remunerada, etc.).

“Uruguay cuenta con un 100% de maestros primarios titulado, pero arrastra un déficit histórico de docentes que enseñan en el nivel medio sin la acreditación correspondiente: la tasa de titulación es de 59% en Secundaria y 44.3% en la educación técnica”, aporta su estudio. En estos momentos, la formación docente se está encaminando hacia una “universitarización”-creación del Instituto Universitario de Educación (IUDE)- compleja, polémica, resistida pero a la vez deseada, “que constituye una ventana de oportunidad para la transformación de la educación nacional” apostando al desarrollo profesional del docente, la educación permanente y a la actualización de conocimientos.

En cuanto a las condiciones de trabajo, que involucran no sólo la remuneración o las locativas y materiales, Mancebo quiso poner el acento en que menosde la mitad de los docentes de la ANEP (45.4%) son efectivos, lo cual da una mayoría de interinatos y suplencias que juegan su papel a la hora de evaluar el grado
de involucramiento y compromiso docente. “En la misma dirección opera el hecho de que una parte importante de maestros y profesores trabajen en más de un centro educativo: un 58.4% concentra su labor en un solo centro pero un 37.9% trabaja en dos o tres centros e incluso un 3.7% lo hace en cuatro centros”, ilustra la investigadora. 

Hay datos claros sobre el reclutamiento docente –provienen de sectores socio educativos medios, medios bajos, resultados académicos mediocres- pero el acento hay que ponerlo en “pensar en una educación inclusiva, que tome en cuenta al que se rezaga, al que no aprende”. Reinventar la profesión docente pasa por descartar los formatos de educación clásicos, incorporar las nuevas tecnologías, generar grados de empatía grandes, competencia ciudadana, sentirse parte de la comunidad y sabios en el sentido más socrático del término.
 
Trayectorias desiguales
El pormenorizado estudio que presenta Verónica Filardo sobre las trayectorias educativas de la juventud de hoy evidencia varias “fallas” sistémicas. Primero que nada, resulta clave entender cuáles son los comportamientos a nivel de Primaria para visualizar su incidencia directa en lo que sucederá luego a nivel de la enseñanza media, donde se sigue dando la deserción y el abandono pese a que, a partir de la Ley de Educación del  año 2008, se la consagra como obligatoria en todo el territorio nacional.

Si bien hay un egreso cuasi universal a nivel de Primaria,“uno de cada cuatro egresan con rezago (repitieron uno o más años en la escuela)”; la deserción del nivel medio –del que egresan solo uno de cada tresestá determinada por esta repetición previa. “El sexo supone desiguales probabilidades de repetir: los varones repiten mucho más que las mujeres en la escuela” y es una tendencia que se va acentuando conforme se avanza en el sistema educativo.  
 
“Las mujeres obtienen en  conjunto una mayor escolarización (culminan educación media el 39% de las mujeres frente al 28% de los varones) y lo hacen en mayor proporción en los tiempos esperados” pero, por otra parte, es un error considerar que los jóvenes “que no estudian ni trabajan” sean solamente los que están “en la esquina drogándose o tomando vino”, marginados o excluidos: entran aquí también las mujeres que no ingresan al mercado laboral por trabajar exclusivamente en el hogar sin percibir ingresos y sin que se espere que lo hagan (tanto salir a trabajar como a continuar estudiando).
 
 “Sin embargo, al considerar el impacto social de la educación, si bien es innegable que a mayor escolarización (mayor nivel educativo aprobado) y mejores desempeños (ausencia de rezago) se obtienen mejores ingresos por trabajo, también es cierto que los varones reciben mejor salario promedio que las mujeres para todas las trayectorias educativas”, concluye.
 
Miradas criticas 
 
La directora del Instituto Normal de Montevideo Cristina Hernández y la integrante del Consejo de Formación en Educación Edith Moraes, hicieron algunos comentarios en torno a los datos presentados en el libro. Así, por ejemplo, para la primera es una realidad que en los espacios de educación no formal se ha trabajado más con el tema de la violencia y de género pero, por otro lado, al maestro –y a la escuela- se le pide que solucione todo y sepa como hacerlo, cuando muchas veces “estamos ante problemáticas sociales profundas” y con poca colaboración familiar (los padres  brillan por ausencia en las reuniones escolares y de comisiones de fomento).

Igualmente, para señalar avances, quiso recordar que hasta hace unos años atrás a los maestros que pretendían enseñar educación sexual “se les iniciaba sumarios y eso hoy ya no pasa”.

Moraes cuestionó el título del libro porque parece dirigido a castigar al docente, a la formación, al sistema educativo en su conjunto desde un juicio de valor arraigado en formas de evaluación arcaicas –“Puede y debe rendir más”- y prefirió quedarse “por la positiva con el puede”, en un sentido de afirmación para enfrentar los enormes desafíos que plantea un sistema con tantas disparidades e inequidad intrínseca. Exhortó a “recuperar la mística docente, disfrutar de lo que se hace con convencimiento de causa”, porque “educar requiere de mucho coraje” y de ejercer “un rol contra hegemónico permanente”.

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