martes, 10 de mayo de 2011

Conclusión hemisférica: la ciudadanía de las mujeres está incompleta

Pocas veces hubo tantas voces coincidentes en una sala como en la instalada en abril pasado en Washington para analizar, debatir y transmitir experiencias sobre la ciudadanía de las mujeres, todavía condicionada por la violencia social y de género, la pobreza, la cultura machista en los partidos políticos y la existencia de Estados débiles y democracias simuladas.
Tales fueron los ejes principales del Foro Hemisférico “Liderazgo de las mujeres para la democracia de ciudadanía”, al que acudieron ministras, parlamentarias, feministas, funcionariado de ON U Mujer, de la OEA, de la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM ), de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y representantes de los gobiernos del continente.
Sara Lovera

En el Foro Hemisférico “Liderazgo de las mujeres para la democracia de ciudadanía”, los partidos políticos fueron una referencia sistemática como obstáculo a la participación política femenina y para la paridad en la representación .

Por tres días se discurrió sobre el funcionamiento de la  democracia, que ya no puede estar únicamente en manos de los hombres o sustentada por esa visión excluyente, autoritaria y patriarcal que no reconoce a la población femenina como fuente de oportunidades para la paz y el equilibrio social, como dijera -en mensaje filmado para el foro- Enrique Iglesias, actualmente al frente de la Secretaría General Iberoamericana.
Una cultura machista que no ha depuesto poderío, a pesar de avances sustantivos en leyes y convenciones, en políticas e instituciones para la igualdad y los 83 años transcurridos desde que nació la CIM, como recordó José Miguel Insulza, secretario general de la OEA. Todo ello sin desconocer que, en el último quinquenio, fueron electas cuatro jefas de Estado y se obtuvieron otros logros emblemáticos.

Si embargo, tales avances se derrumbaron al escuchar a ministras y políticas hablando de sus experiencias concretas, así como ante el discurso de las estudiosas de la condición femenina, que evocaron el déficit político, social y económico de millones de mujeres en las Américas, por donde se pasean la muerte materna, el feminicidio, la falta de oportunidades, el acoso político y la simulación democrática.
El Foro fue convocado por la CIM, ONU Mujeres, la OEA y el Secretariado Iberoamericano, y puso en discusión lo que la ONU llamó democracia de ciudadanía.
LOS HECHOS
Según datos oficiales, en los últimos 30 años se incrementaron los niveles de escolaridad e inserción laboral, existe mayor autonomía reproductiva y económica, acceso a la propiedad de la tierra, al crédito y a la tecnología. También se crearon instrumentos jurídicos trascendentes como la Convención contra todas las Formas de Violencia contra las Mujeres (Belem do Pará) y la Cedaw y se avanzó en el reconocimiento a los derechos humanos de las mujeres. Se redefinió el significado de la igualdad y lalibertad a partir de la dimensión de género; operan políticas públicas y ministerios, secretarías o institutos de las mujeres, aunque con presupuestos restringidos.

Pero los obstáculos están a la vista y la cultura de la discriminación sigue vigente. No hay cabida para la diversidad y existen grandes resistencias. Adicionalmente, la población femenina sufre los embates de la corrupción, la impunidad y el crimen; la incongruencia entre lo que se ofrece en las campañas electorales y lo que realmente impulsan los políticos cuando llegan al poder.
LA REPRESENTACION
Algunas de las participantes y la propia convocatoria a la cita remarcaron la necesidad de redefinir el sistema
democrático vigente, con elecciones libres, derecho a votar y comicios, y superar las restricciones a la participación de las mujeres y las preocupantes violaciones a los derechos humanos, como el feminicidio, la persecución por aborto, la represión política y el abuso sexual y el control sobre ellas.
En cuanto a la representación política de mujeres en los órganos de gobierno, “algunas sí participan pensando en las mujeres, pero muchas no”, sostuvo Kamla Persad-Bissessar, primera ministra de Trinidad y Tobago, la
única de las cuatro gobernantes de la región que asistió, aunque todas estuvieron invitadas. Se necesita reconocer, capacitar y propiciar que las mujeres lleguen al poder, para defender a las mujeres y para incluir todos los temas de la democracia en la agenda, que beneficien a hombres y mujeres, agregó Persad-Bissessar.

América del Sur es la subregión que tiene la proporción más alta de mujeres en la Cámara de Diputados, con un promedio de 20,3%; en Estados Unidos y Canadá las mujeres ocupan en promedio 19,5% de las curules; en Centroamérica 17,9% y en el Caribe 16,3%. Si se habla del Senado, es Centroamérica la de mayor  representación, con 32,1%; en El Caribe las mujeres ocupan 27% de las bancas, seguido de América del Norte con 25,7%. América del Sur tiene 22,3%. Con la llegada de nuevas mandatarias en 2010, creció la representación en el Poder Ejecutivo de 23 a 26%, en tanto hoy existen gabinetes paritarios en cuatro países: Bolivia, Costa Rica, Ecuador y Nicaragua.

Es al Poder Judicial donde las mujeres no llegan. Sólo ocupan 19% del total de los cargos en los tribunales de justicia. El Caribe es la excepción porque están cercanas al 50%. En el Foro se debatió sobre las cuotas de representación, definidas como el mejor y hasta ahora único camino para crecer en la representación política. 

LOS PARTIDOS POLITICOS
Espacio sustantivo de la discusión del Foro estuvo dedicado a los partidos políticos que, según un análisis de la OEA, han perdido hasta 80% de credibilidad entre la ciudadanía. Un estudio expuesto por Vivian Roza, coordinadora del Programa de Apoyo al Liderazgo y Representación de la Mujer del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), señala que men siete países de América Latina las mujeres constituyen más del 50% de la afiliación de los partidos, pero no llegan a 20% de su dirección.

La investigación develó testimonios de mujeres que claramente dicen que en los partidos políticos crece el  acoso contra ellas. Esta violencia, dijeron muchas, es una violencia de género que limita y, en los casos más graves, impide el ejercicio de los derechos políticos de las mujeres. Rose Mary Madden, del Instituto Interamericano de Derechos Humanos, dejó claro que la violencia en el lenguaje, en las formas y en cómo los partidos políticos escamotean el apoyo al conocimiento y capacitación de sus militantes, opera como una forma de exclusión de las mujeres, que amenaza la idea de vivir en democracia. Aunque el Foro se proponía llegar a delinear algunas acciones, durante los debates se llegó a la conclusión de que este diálogo inicial sobre la ciudadanía de las mujeres es apenas un comienzo, un tomar conciencia sobre cómo no puede hablarse de democracia en las Américas mientras no se reconozcan y promuevan todos los derechos de ellas. (SEMlac)

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