LIA SCHENCK
Cuando escucho algún bolero de esos como “Inolvidable” me siento muy vacía y me doy cuenta de que no hay nada inolvidable en mi vida. ¿Cómo se hace para atraer al amor? ¿Es cierto que existen filtros mágicos? Yo hace tres meses cambié la pisada con la luna nueva, pero no me ha pasado nada distinto. En semana de turismo me invitaron a ir a Cabo Polonio, pero no quise ir por más que la amiga que me invitó justamente se enamoró en el Cabo hace ocho años. Aunque ya se separó de ese amor hace como cuatro años, ella dice que la magia del Polonio me puede hacer bien. Yo ya no creo en nada. También es cierto que no todos los boleros hablan de amores desencontrados o perdidos. “Sabor a mí”, por ejemplo, es un bolero muy esperanzado que inclusive concibe la eternidad del amor y se sigue cantando en el siglo XXI, cuando prácticamente nadie cree que nada sea eterno. Tal vez sea cierto que tanto los boleros como el amor no necesariamente tienen que ser dramáticos. Yo siempre he pensado que los amores contrariados o imposibles son más intensos pero, según mi amiga, la que me invitó al Polonio, a veces incluso son tan superficiales que encubren esa superficialidad tornándose imposibles para durar un poco más.
Todo el mundo sabe que los amores imposibles son los que realmente duran para siempre. Por más que yo no sepa realmente qué es el amor, lo que no quisiera es elaborar una concepción dramática ni desesperada. Lo que me da más pena de no haber ido al Polonio es que abril es uno de los meses mágicos por excelencia en todas partes del mundo, sobre todo en Portugal, aunque ni siquiera por internet pude saber porqué. Deduzco de eso que muchos hombres que salen de cacería o de pesca en semana de turismo lo hacen por no poder sustraerse a la magia de abril, aunque para Greenpeace sean nada más que depredadores. Por un momentopensé que enamorarme en abril pudo haber sidomuy motivador en mi vida. Un hombre a la orilla del agua con una caña de pescar siempre me produce algo especial. No sé porqué, pero se me ocurre que “Contigo aprendí”, ese bolero tan pedagógico y erótico, tiene que haberse inspirado en un profundo amor iniciado un mes de abril en conjunción con Venus. Y si nos atenemos a la letra, le fue muy bien. Cada vez me da más pena no haber aprovechado abril ni haber ido al Cabo. Sé perfectamente que hay miles de hombres sin compromisos afectivos que, además de no haber ido en semana de turismo tampoco a ningún lado (ni siquiera a las domas), podrían perfectamente haber estado disponibles para enamorarse en abril. Los hubiera
podido encontrar en el Parque Rodó o en la rambla. Pero no fue así porque no salí a ningún lado. Abril, el mágico mes de abril, pasó por mi vida sin pena ni gloria y ya estamos en mayo. Lo de tener un amor inolvidable como el del bolero es para mí como tener una asignatura pendiente. Pero a esta altura hasta me parecería maravilloso tener un amor olvidable.
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