martes, 5 de abril de 2011

¿body o no body?

Edición del domingo 3 de abril de 2011.

LIA SCHENCK
Por más que haya seguido el consejo de una amiga y por más que me imagino que a mi marido le puede gustar, yo no me animoa usar body. En un cajón de la cómoda, bastante escondidos debajo de las toallas, tengo prácticamente una colección de todos colores, inclusive uno que me compré cuando fuimos a Gramado hace tres años y que por supuesto él no llegó a ver ni siquiera adentro de la bolsa que me hice preparar como para regalo. Por más que el regalo fuera para mí misma, le hice poner hasta una moña violeta de papel de seda, a ver si así me entusiasmaba y lo estrenaba esa misma noche. Pero fue un nuevo fracaso. Todo esto me llena de desaliento y tengo mucho miedo de que mi marido se aburra de verme siempre de la misma manera. Mi desazón llegó al límite cuando para mi cumpleaños me regaló un camisón de franela con festón en el canesú, casi idéntico a los que de chica le vi usar a mi abuela. Yo quisiera cambiar esa manera de ser tan tímida que tengo y lo he intentado, pero no lo consigo. De verdad quiero dejar de ser tímida pero no tengo ninguna estrategia, ningún método. Lamentablemente y al respecto, los manuales de autoayuda no pueden autoayudarme porque las personas tímidas no nos animamos ni siquiera a comprar un libro para vencer la timidez. A veces tampoco sé si eso de no querer usar body tiene que ver con mi timidez o si más bien responde a un gusto personal .Con el tema del body, las estadísticas son muy claras: el 50% de las mujeres los acepta encantadas y el otro 50% los rechaza y no les adjudica ningún protagonismo en relación al erotismo. A lo mejor yo relaciono el body con el erotismo o las insinuaciones amorosas y no es así. A lo mejor también le pasa a mujeres que para nada se definen como tímidas y al igual que yo serían incapaces de usarlos, precisamente porque piensan que el hecho de ser tan cara no está en relación directa a los placeres que pueda desencadenar una lencería de última generación. Eso por un lado. Por otro lado, lo que sí me preocupa es lo del camisón que me regaló mi marido. Pero me tranquilizo pensando que como los hombres generalmente no saben elegir apropiadamente los regalos, es probable que haya comprado lo primero que vio colgado en una percha. Conozco muchos casos de hombres increíblemente enamorados y seducidos que a su última conquista le regalaron pantuflas con corderito o agarraderas con un árbol de navidad. A veces pienso que a lo mejor no soy tan tímida como creo y cualquiera de estos días me animo a ponermecualquiera de los bodys que tengo escondidos en el cajón de la cómoda. Tal vez una buena idea sea no ponérmelo a la noche sino cuando me levanto. A lo mejor, andar todo el día con él haciendo inclusive las tareas más rutinarias, como por ejemplo poner el agua para el mate o hervir fideos, contribuye a exorcizar el miedo que me produce.

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