Nos permitimos creer que algunas de nuestras primeras lectoras y lectores de hace 23 años aún nos leen (somos-no podría ser de otra manera-medianamente optimistas).
Creemos también que hay quienes dejaron de leernos por distintas razones, y sabemos que hay quienes hace poco que nos leen, quienes no nos han leído nunca y quienes, por qué no, ni siquiera se plantean leernos.
Pero hay una cosa que sabemos a ciencia cierta y es que leer La República de las Mujeres es leer lo que la sociedad escribe e inscribe en nuestras subjetividades y en nuestras realidades compartidas.
Lo que llamamos leer la realidad es una manera metafórica de decir que los acontecimientos pueden ser interpretados, decodificados y procesados desde nuestras subjetividades, posturas ideológicas o simplemente formas más o menos personales de abordar y entender lo que nos pasa o lo que no nos pasa.
Leer este suplemento del diario La República es desde hace 23 años un acercamiento a temáticas de género que, tanto en lo local como en lo planetario, antes y después de la Conferencia Internacional de la Mujer de Pekín de 1995, no tienen que ver solo con mujeres sino con la sociedad toda. Y esto es algo que recién ahora se está entendiendo, mejor dicho parece que se estuviera entendiendo, mejor dicho aún es probable que se esté entendiendo.
Las personas y colectivos comprometidos con la igualdad de género, saben, sabemos, que tanto las legislaciones como los programas de igualdad de derechos y oportunidades no se imponen y por lo tanto no se trata de soplar y hacer botellas.
Lectores y lectoras de La República de las Mujeres saben que si soplamos y seguimos soplando no es para hacer botellas: es para avivar llamitas tímidas hace más de dos décadas y que ahora, si bien no decimos que sean llamaradas, iluminan bastante más en una sociedad en la que todavía persisten oscuridades patriarcales.
Hoy, cuando soplamos 23 velitas, lo hacemos con el convencimiento de que nuestros lectores y lectoras están ahí, nos acompañan y nos ayudan a mantener encendido el compromiso con la igualdad entre mujeres y varones, con la educación no sexista, con los derechos sexuales y reproductivos, con el derecho de las mujeres a vivir sin violencia, con la participación y representación de la población femenina en cada espacio social, político, profesional o cotidiano, sin ningún tipo de discriminación.
Unos pocos domingos atrás en un restaurante del Prado, asistimos a un hecho significativo. En una mesa una
chica y un chico de entre 20 y 30 años, mientras esperaban el tradicional brasero con la tradicional parrillada para dos, ojeaban y por momentos leían el diario La República. En realidad él tenía el diario en sus manos y ella el suplemento La República de las Mujeres. Ella evidentemente leía, se detenía en cada página y cuando llegó a la contratapa esbozó una sonrisa cómplice, sin lugar a dudas con la escena del cartón semanal que casi desde los comienzos de la publicación y abordando cada vez una situación cotidiana, da cuenta del humor de P.Tissa. Una vez terminada la lectura, ella le ofreció el suplemento a él, que ya había dejado el resto del diario en una silla. Pero él no lo recibió,así de simple. Hizo un gesto con la cabeza, como diciendo “es para mujeres” y en eso llega el brasero con la parrillada para dos. Qué pena, porque La República de las Mujeres también es para dos…
A esa lectora de domingo en el Prado, a todas las lectoras y lectores que se suman a nuestros soplidos, a quienes a veces solo ojean el suplemento, a quienes después de leerlo lo comentan con alguien, a quienes nos alientan y nos hacen sentir que cada una de las doce páginas quincenales justifican nuestra existencia y nuestra continuidad, ¡muchas gracias!
Y vamo´ arriba, que sabemos que todavía hay mucha tela que cortar.
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