domingo, 3 de julio de 2011

Entre el clero conservador y la modernidad globalizada

Gracias a Internet, el pasado 17 de junio mucha gente pudo estar pendiente -ya sea a través de las redes sociales o de la prensa digital- sobre lo qué estaba sucediendo en Arabia Saudita con la peculiar rebelión de mujeres dispuestas a conducir sus autos por las calles y rutas de todo el país.
Ignoradas por la prensa local, rápidamente you tube se llenó de videos subidos por las propias saudíes que respondieron a la convocatoria, así como también de mujeres de otras latitudes dispuestas a “Tocar bocina por las mujeres saudíes”. Si bien el panorama sigue siendo incierto, la acción sigue adelante y no para de recibir adhesiones de todas partes del mundo.
 
Karina Thove
 
De acuerdo a lo que pudo verse en you tube, el 17 de junio unas 45 a 50 saudíes  se hicieron eco de la convocatoria a salir manejando sus autos. La cifra puede parecer muy pequeña si no se toma en cuenta la realidad de Arabia Saudita, donde las mujeres tienen prohibido asomarse al espacio público sin custodia masculina y donde la libertad de expresión, entre todas las otras libertades, brilla por su ausencia. Recordemos que las mujeres no tienen derechos políticos ni civiles, aún cuando en el año 2000 ese país firmó la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (Cedaw), aprobada por las Naciones Unidas en 1979.
 
A diferencia de lo que sucedió con Manal al Sharif, una de las promotoras de la convocatoria, arrestada durante 10 días por haber manejado un vehículo y subir el video a you tube en el pasado mes de mayo, con la mirada internacional en la nuca, esta vez la policía y el gobierno no detuvieron a ninguna de las mujeres que
se adhirieron a “Mujeres conductoras2” y “Voy a manejar a partir del 17 de junio”.

Todavía pesa el recuerdo de las mujeres que se manifestaron masivamente por conquistar este derecho en Ryad en 1990, cuando todas terminaron arrestadas, se les confiscaron los pasaportes y documentos y perdieron sus trabajos. Veintiún años después siguen sin poder circular libremente por la vía pública –no sólo no pueden conducir sus autos, sino que no pueden salir a la calle sin la compañía masculina de algún familiar o pariente y les está vedado el uso del transporte público- pero esta vez el gobierno actuó con más inteligencia y no hubo represalias.
 
 Del tutelaje a la autonomía
Si bien no hay ninguna norma escrita que prohíba a las mujeres conducir, así lo entiende el clero religioso más conservador del país estrechamente relacionado con la monarquía gobernante. El actual rey Abdullah viene prometiendo desde hace años no sólo a las mujeres que se animan a reclamarle sus derechos en el país sino también ante Naciones Unidas, revisar el “sistema de tutelaje masculino” que atenta contra la libertad de la población femenina, pero sus promesas no se han concretado ni siquiera en suprimir la prohibición de circular
libremente conduciendo sus autos. Este problema es muy sentido por las que quizás ni siquiera se atrevan a plantearse la conquista de otros derechos, porque las limita incluso como amas de casa, ya que no son libres de ir a realizar las compras, llevar a sus hijos a las escuelas o a los centros de salud y resolver los miles de problemas domésticos que se le presentan en su cotidianeidad.
Quienes más lo sienten son las que viven en las ciudades, donde la prohibición es más fácil de aplicar por parte de la policía de tránsito que en el medio rural. Allí las mujeres se atreven a conducir porque no hay nadie que fiscalice y las arreste. 
 
La periodista y activista Sabria Jawhar consideró que “Hubo una época en que yo creía que el interminable debate respecto a la prohibición de las mujeres saudíes a conducir sus autos era trivial. Consideraba que nos distraía del principal problema de la falta de todos nuestros derechos: empleo, educación, abusos, herencia, justicia y trato equitativo en el sistema judicial”. Pero luego de lo que sucedió con Manal al Sharif y el creciente movimiento de las mujeres por utilizar sus automóviles sin chofer ni custodia m a s c u l i n a ,Jawhar considera que este puede ser “el puntapié inicial para obtener todos los derechos que nos niegan” y reflexionaba en su blog: “Si las mujeres no tenemos derecho a conducir nuestros autos en pleno siglo XXI, ¿qué nos hace pensar que resolveremos el problema del tutelaje y falta de justicia en las cortes?
 
Espacios donde poder expresarse
Como viene sucediendo con toda la “revuelta árabe”, chispeante en los países vecinos a Arabia Saudita, Internet y las redes sociales han jugado un papel muy importante para convocar y rebelarse frente a regímenes que coartan todas las libertades de expresión a sus ciudadanías. Se trata de un movimiento mayoritariamente impulsado por jóvenes, educados muchos de ellos en el lejano mundo occidental, que han regresado  a sus países con altas expectativas de inserción laboral, frustrados ante un sistema que no les da trabajo y los aplasta.  

Aún cuando las saudíes tienen que pedir permiso a sus padres o maridos para poder estudiar –actualmente son el 52% de la matrícula universitaria- o trabajar fuera de sus casas –apenas lo hace el 15%-, sin duda son quienes más demandan la conquista de sus derechos. Más liberadas que las generaciones anteriores, seatreven a dejar el niqab (prenda que apenas deja ver los ojos) por el chador que les deja todo el rostro al descubierto. Algunas hasta se maquillan, para escándalo de quienes defienden los estrictos preceptos religiosos que en todo esto no ven más que pecado y perdición. Y es que, como muy bien expresara Susanne Koelbl para el diario alemán “Der Spiegel” desde Ryad, la exultante modernidad que llegó al rico país árabe a través de satélites, telefonía celular, conexiones inalámbricas, etc. no puede ser detenida ni controlada por ningún clero o monarquía absolutista del mundo.  

“Las telenovelas, pizzerías y servicios online están cambiando la sociedad saudita mucho más que las  reformas religiosas de Mohammed Bin Abd al-Wahhab, quien predicó la pureza y la estricta separación de los sexos 200 años atrás. Como en todo el mundo, Internet y la televisión son muy intensamente usadas en Arabia Saudita”, sostiene la periodista e ilustra con datos reveladores sobre los “males” que trae aparejada esta globalización: los divorcios treparon al 40%, las familias han emigrado masivamente a las ciudades, uno de cada tres saudíes tiene diabetes o sobrepeso y están muy seducidos por el consumismo, los shopping y McDonalds.
 
Circulando por las redes sociales
Quienes adhirieron a la convocatoria del 17 de junio lo hacían bajo la consigna de no congregarse en ningún lado: simplemente salir a hacer sus tareas cotidianas pero sin chofer, ellas debían estar al volante, vestidas a la usanza musulmana, con libretas de conducir expedidas en otros países –por no portar una libreta local a la que no pueden acceder fueron ridículamente multadas-, filmar y subir los videos a you tube. Si lo deseaban, podían portar una bandera del país y/o un póster del rey.
 
 Una de las primeras en twittear esa mañana escribió: “Todo lo que necesitamos es hacer nuestros mandados sin depender de ningún conductor”.
 
“He decido que el auto hoy es mío”, decía Maha al-Qahtani, una especialista en informática del Ministerio de Educación mientras su esposo la filmaba. Ambos declararon estar dispuestos a ir a prisión. Otra mujer manejó por espacio de 45 minutos por el centro de la ciudad sólo “para marcar la diferencia”. “No nos podemos mover sin un hombre”, protestaba otra; “Lo hago para reivindicar mi derecho a manejar”, demandaba una tercera. Una chica twitteó, sorprendida de no haber sido arrestada: “estuve manejando el auto por el distrito junto a mi padre por más de 20 minutos”. Algunas lo tomaban como una señal alentadora, más allá de no saber que sucedería al día siguiente.
No han faltado las voces que se oponen a esta iniciativa, muy fácil de acusar como “occidentalizante”, “foránea” o propia de “terroristas feministas”. Aún lejos de la esquemática mirada religiosa, hay quienes insisten en la segregación sexista de los espacios público/privado: “Creo que este es un asunto personal que debe ser discutido al interior de las familias entre el esposo y la esposa. No se puede hacer público un asunto privado”, recalcó un periodista de televisión.
No faltó quien sugirió que Manal al Sharif, una mujer divorciada, “solo hizo esto para conseguir un marido” pero también hay muchas activistas que consideran que antes que ayudar y promover las reformas que las mujeres necesitan, la convocatoria las ha obstaculizado. Lo cierto es que desde que fue liberada y obligada a firmar un documento en el que se compromete a no volver a manejar ni participar en campaña alguna, ni a hablar con la prensa, no sabemos nada sobre la vida de Manal a. Sharif. Como dijera el General Turku a la periodista del”Der Spiegel”, “Es que hay muy pocos disidentes por aquí…”

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