domingo, 25 de septiembre de 2011

Quiénes son estas mujeres

El libro que habla sobre la persona y la vida de Laura Canoura, recientemente publicado por la editorial Medio&Medio, tiene una característica notoriamente distintiva respecto de cualquier otra posible biografía: está escrita por la hermana de la cautautora, la periodista Cristina Canoura, quien asumió el desafío de
entrevistarla durante casi dos meses, una vez por semana, consciente de “los encontronazos” que se iban a producir por la implicancia que da la cercanía.
 
KARINA THOVE

El libro “Quién es esa mujer”, de Cristina Canoura, intercala capítulos escritos en primera persona, donde se distinguen las cursivas de la periodista del relato de la cantante, y las entrevistas hechas por Macarena Langleib a distintas personalidades del medio artístico relacionadas desde múltiples facetas con la amiga y la artista Laura Canoura.
 
El sello de la periodista aparece en varios momentos del libro donde se nota el trabajo de sonsacar opiniones, reconstruir anécdotas, bucear en temas más personales a los que la artista comprensivamente se resiste a abordar porque siempre ha guardado con celo su vida privada.
 
La hermana mayor define a la menor como “explosiva, huraña, generosa, antipática, audaz, habilidosa, divertida, verborrágica, bocasucia, pichinchera, cortés, irreverente, profunda y, sobre todo, muy distante de toda postura políticamente correcta”. El periodista Jaime Clara en la presentación del libro suscribió estas características y rescató una frase de una entrevista concedida por la cantante a la revista “Ñ” de Argentina: “Hay una manera Canoura de cantar”, inconfundible sea el estilo musical que sea y que la hace ser nuestra voz femenina más reconocida.
 
Mujeres como Laura

Nadie duda que Canoura ocupa un muy bien ganado sitial de privilegio en la música uruguaya –en muchos aspectos, ha sido una precursora dentro de las voces femeninas urbanas contemporáneas-; lejos de agotar una imagen o un repertorio, sabe reinventarse constantemente con acierto. Su particular timbre de voz, sus constantes incursiones en estilos musicales diferentes, hablan de su inquietud y necesidad de no ser etiquetada en ningún género en particular y eso mismo la ha hecho llegar a públicos muy variados que sostienen su trayectoria de más de 30 años.
 
Para muchas y muchos de su generación es aquella muchacha del emblemático “Rumbo” o de sus primeras incursiones como solista claramente identificada con el emergente canto popular uruguayo posdictadura. Otros la recordarán por el –en su momento-polémico jingle de Pepsi o el espectáculo al filo de los 90 que nos regalaron “Las Tres”-junto a Mariana Ingold, Flavia Ripa y Estela Magnone-, por su impecable trabajo interpretando a Piaf, por las giras que ha hecho por el interior del país para presentar sus trabajos, los tangos, los boleros, los blues, las canciones intimistas y, en forma cada vez más presente en los últimos años, la Canoura autora de sus propias canciones llegando a un público internacional donde se destaca la notoriedad alcanzada en Chile. También hay que decir que, desde “Mujeres como yo” (2001), el público femenino adulto se ha vuelto más cómplice de sus canciones.
 
El fusca verde limón, las fotos en blanco y negro, las anotaciones del blog que se ofrecen como un material extra –es una internauta confesa-, las letras de algunas de sus canciones más memorables, nos acercan al perfil de una mujer que se percibe a sí misma como bastante solitaria, hace las compras en la feria del barrio, adora cultivar plantas en su patio, usar el taladro para hacer arreglos en su casa, mientras se enfrenta cada mes, como tod@s, al dilema de pagar las cuentas y sobrevivir. Una artista muy uruguaya aunque, es bueno decirlo, no hace de esto una “pose de queja” y deja bien claro que esa ha sido, para bien y para mal, una elección personal en la que se siente muy a gusto.
Textual

“Me rechina que las empresas que donan –no la gente, los particulares- que deberían, por ejemplo, tener una actitud solidaria con la Peluffo Giguens sin hacer alharaca, simplemente porque pueden, aprovechen esa instancia para hacer publicidad. En estos casos, el marketing que genera la solidaridad”.

“Ahora que soy adulta reacciono distinto, pero la injusticia me sigue rebelando, desde lo más doméstico hasta lo más global. Me indignan las cofradías, la arbitrariedad, el poder mal ejercido”. 

“Sobre las drogas, pienso que hay que legalizar el consumo. Con eso se eliminaría una cantidad de problemas, tanto en el área de la drogadicción como de la delincuencia”.

“Estoy de acuerdo con la legalización de la adopción de niños por parejas del mismo sexo. Tengo muchos amigos gays y muchas amigas lesbianas, y sé que serían padres y madres de primera categoría, muchos mejores que muchos padres y madres heterosexuales que conozco. Los educarían con más amor y con una cabeza más amplia”.

“Estoy a favor de la despenalización del aborto. La interrupción del embarazo es una decisión que tiene que tomar la mujer. Manteniéndolo ilegal lo único que se logra es perjudicar a las capas sociales más débiles. Eso no tiene nada que ver con la planificación familiar. Lo que sucede ahora es parte de una doble moral infame. Por un lado, no se acepta y no se legaliza el aborto, y por otro, se mantiene un sistema clandestino de adopción de niños, en forma paralela al INAU”.

“¿Se piensan que no existen mujeres en esos niveles porque no quieren?
No, no están porque la mayoría piensa `¿para qué me voy a matar, dejar horas de estar en mi casa con mi familia y mis hijos, si después llegado el momento van a poner a Pedrito de gerente?´ Sin embargo, si por ley los cargos tienen que estar equiparados, las mujeres con vocación de servicio se van a sentir respaldadas, y en las familias que funcionan bien se van a tomar las decisiones de manera diferente.
Se van a preguntar: ¿quién vale la pena que se esfuerce?¿Fulano o Mengana? Bueno, dale, Mengana, vamos arriba que todos te apoyamos”.

Fragmentos extraídos de “Quién es esa mujer” de Cristina Canoura, editorial Medio&Medio.

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